Yo estuve en una de las
marchas convocadas por #YoSoy132. Me acuerdo de la euforia de los amigos que
decidieron venir conmigo.
Ese día conocí la protesta callejera. Estaba fascinado.
Cuando al anochecer subimos al metro hacia observatorio, exhaustos por caminar
todo el día, seguía recapitulando las consignas que gritábamos, que todos
gritábamos, las correrías sobre reforma, cerrando el paso a los automóviles,
las cartulinas pegadas afuera de Televisa y el elote que compré con mi novia,
su sonrisa. Esa curiosa sensación de sentirse joven y hacer lo que se supone
debíamos: correr por las calles gritando, besándonos y cambiando el mundo.
Hoy es 4 de noviembre de 2014. Hace 37 días que los
normalistas de Ayotzinapa están desaparecidos. Más de un mes de primeras planas
y horarios estelares cubriendo un suceso al que nos acostumbramos por la misma
repetición, pero ¿en qué clase de realidad distópica los estudiantes son
atacados por policías? El caso Ayotzinapa es un punto de quiebre, lo que
sucedió con los 43 estudiantes, es lo peor que se le puede hacer, y a la más
vulnerable y pobre de la gente. Es por eso que el aparato mediático no ha
podido estigmatizarlos como a otras víctimas en la violenta historia reciente
del país; que se ocupa de criminalizar a las víctimas, responsabilizarlas por
su destino y aislarlas de la población mexicana promedio[1].
En una realidad como la que vive el país, los 43 estudiantes son la mayoría
esta vez.
Recuerdo los sucesos del 2012,
cómo todos habían quedado decepcionados de los movimientos estudiantiles. Cómo
después de un rato, no se sentía diferente al recuerdo de una buena fiesta,
pero con un color más extraño, hay algo de fracaso, de traición en recordar
cómo se nos fue todo eso del 2012, también hay algo de impotencia al pensar ¿y
qué queríamos lograr?
Hay un paro general convocado para el día de mañana, mi
institución no se ha pronunciado al respecto, pero a lo largo de la república
mexicana se suspenderán clases, algunos faltaran, y además se ha convocado a
una tercera mega marcha que saldrá de Los Pinos con rumbo al Zócalo capitalino.[2]
Sé que si alguno de mis conocidos asiste o participa en alguno de estos actos,
sabremos de ello porque hablarán de ello en Facebook, en Twitter y en
Instagram.
Empiezo a pensar en mi presencia en las calles mañana, sólo
faltaría a una clase, es miércoles. Y empiezo a cuestionarme ¿mi lugar está en
las calles? Como dije antes, los normalistas y su caso representan a la mayoría
del país, pero como señalaba una chica en su tumblr hace unos días[3], yo
no pertenezco a esa mayoría.
Yo, en mi posición, soy capaz de emprender otra forma de
lucha. Una lucha desde mi propia mesa. Por más que quiera identificarme con el
polvo y el asfalto, ese nunca ha sido mi lugar, tampoco el de ustedes, nosotros
hemos tenido zapatos nuevos e internet desde que nacimos.
El Che Guevara pasó su última noche en una escuela rural. Ya
herido, contempló una frase en la pizarra y dijo a la maestra: “Le falta el acento”.
La frase era “Yo sé leer”. Ya derrrotado, el guerrillero volvía a otra forma de
corregir la realidad.
“Yo sé leer”[4],
reflexionaba Villoro hace unos días en El País, y reflexionaba acerca de la
abrumadora capacidad de cambio que la letra misma, la educación verdadera,
tiene en un entorno hostil como el que vivimos. Entender realmente al mundo
puede llevarte a querer cambiarlo. Entiendo ahora porque la causa de los
normalistas genera tanta tensión y ruido a los aparatos gubernamentales y a la
delincuencia organizada[5]:
el México de las armas le teme a quienes enseñan leer. Y recordando a
los 1002 periodistas asesinados en México desde 2000, también le teme a los que
saben leer.
Por eso entiendo y acepto mi responsabilidad. Como alumno he
gozado de todas las comodidades: beca, transporte, acceso a la información,
amigos. Por eso mi responsabilidad es más grande, debo usar todas las
herramientas que he aprendido a dominar para cambiar mi entorno a favor de la
sociedad. Es por eso que hoy estoy escribiendo esto.
La protesta en las calles no debe detenerse, pero no debe
ser el único recurso de una sociedad descontenta. Como jóvenes, estudiantes e
inconformes, tenemos derecho y responsabilidad de levantar la voz, pero existen
más caminos que aquel que yo tomé en 2012.
Tomé esta foto en la marcha que asistí en el 2012 |
Luchar contra la desinformación y el fanatismo, alentar la
crítica y el intercambio de ideas. Involucrarse en proyectos sociales y
culturales con un impacto inmediato y visible en el entorno, escribir, leer.
Son todos actos de elegante disidencia al alcance de todos nosotros.
“Cuando un país ha perdido la fe en sus instituciones, mira hacia
adentro, o a sí mismo en el espejo, en busca de soluciones”, menciona un
periodista que prefirió mantenerse anónimo. Los cambios que somos capaces de
lograr en nuestra comunidad usando la educación, la crítica y la cultura como
armas, son más profundos que aquellos que conseguimos gritando en la calle, si
bien más lentos y tal vez, aburridos. Pero ¿nos vamos a parar en el ángel para
tomarnos una foto?
[1] Crisis in Mexico: Could Forty-Three Missing Students Spark a Revolution?,
F. GOLDMAN, http://www.newyorker.com/news/news-desk/crisis-mexico-forty-three-missing-students-spark-revolution
[2]
Difundido en un mensaje que fue transmitido a través de las frecuencias en AM
(860) y en FM (96.1), y de Internet de Radio UNAM, luego de que los estudiantes
tomaran las instalaciones de la radio- difusora. http://www.publimetro.com.mx/noticias/convocan-a-tercera-mega-marcha-por-caso-ayotzinapa/mnjD!h0xP5kqPW8CLA/
[3] Nosotras no somos Ayotzinapa, http://organizandolarabia.tumblr.com/post/100626355856/nosotras-no-somos-ayotzinapa
(tumblr está bloqueado en la red del campus Toluca, presumiblemente por el
uso normalmente recreativo que se le da a este servicio)
[4]
“Yo sé leer”: vida y muerte en Guerrero, J. Villoro, http://elpais.com/elpais/2014/10/24/opinion/1414176761_858161.html
[5] Conoce el proyecto Normalista de Ayotzinapa
y porqué ha incomodado siempre al poder político y al narco en México, J. Hernández,
http://www.radiovillafrancia.cl/conoce-el-proyecto-normalista-de-ayotzinapa-y-porque-ha-incomodado-siempre-al-poder-politico-y-al-narco-en-mexico