Representantes de Guinness World Records se dieron cita el día de hoy en el campus para otorgar el certificado oficial a los Borregos Toluca por "El Partido Más Intenso de la Historia".
El partido en cuestión se jugó el pasado Sábado 20 de septiembre en la congeladora. Desde temprano el aire se sentía diferente. Los grupos estudiantiles pusieron sus puestos, los padres de familia más dedicados arribaron al estadio, y los Borregos Toluca (Mundialmente conocidos como la máquina azulmarino o los musculosos imparables) se preparaban para el segundo partido de la temporada con sus eternos rivales mexiquenses; los Borregos CEM. El esperado kickoff sucedió a las 12:00 PM.
Los primeros dos puntos vinieron a cargo de los equipos especiales por medio de un Safety, el cuál no estamos muy seguros de qué es. El #23, Emilio Fernández, es el que anotaría el primer touchdown del día, enciendiendo el miedo y el frío toluqueño en los corazones del CEM. Un segundo touchdown, proporcionado muy amablemente por el #1, Mario Salas, puso el último clavo en el ataúd figurativo de los debiluchos en blanco. (Los de CEM iban de blanco).
Sin embargo, el resto del juego fue un sube y baja de emociones y comida mal preparada. Se podría decir que lo único que no subía y bajaba en el estadio, eran los precios de las bebidas.
Ya iban los balones, ya venían los balones. Las porristas se elevaban a alturas nunca antes exploradas por creaturas sin alas. Los comentaristas narraban con detalle los acontecimientos. Los vendedores de grupos estudiantiles subían y bajaban la tribuna en búsqueda de la próxima víctima de su emporio de bebidas. Los directivos gritaban, saltaban, despedían personas, recontrataban personas y abrazaban al ente más cercano (el cuál, a veces, era éste escritor).
El punto es que para el medio tiempo íbamos ganando 16-14, y las porristas volaron ahora en el centro del campo. La gente regresaba con alitas, camisetas y hot dogs. Seguidores sedientos sucumbían finalmente ante la sed, y les robaban el lugar. Después de adquirir y consumir todo a la vista, los espectadores regresaron para ser testigos de la segunda mitad del partido.
El Quarterback #5, Erick Sedano, hizo un pase de 48 yardas al #28, Aldo Narváez, y borró cualquier rastro de sonrisa de la boca del CEM. El marcador iba 23-17. Luego nos metieron un gol de campo. Luego un touchdown y de repente íbamos perdiendo 23-24.
Fue entonces que el #1, Mario Salas, decidió que era hora de volar otra vez. Haciendo uso de sus habilidades ninja, obtenidas después de años de entrenamiento en las regiones más oscuras de japón, Salas atrapó un pase enviado, firmado y dedicado personalmente por Erick Sedano en la zona de anotación. Todos gritamos. Alguien tiró su tapioca muy cerca de mí. Quedaba todavía mucho tiempo. Se me olvidó anotar cuánto tiempo faltaba.
El CEM anotó.
El marcador se volvió 29-31.
Quedaban dos minutos.
Los últimos dos minutos del partido fueron más intensos que un video de insanity; más largos que una clase de tres horas en sábado y tan estresantes como el tráfico del estacionamiento a las 7:30 AM. Los infieles empezaron a retirarse. Los fanáticos se mostraban tristes. Las porristas no se ponían de acuerdo si movían los letreros de TOLUCA hacia arriba, abajo o a los lados. La porra del CEM celebraba, a veces en silencio, con aquella seguridad que sólamente te da la ignorancia.
Con quince segundos en el reloj, los amos del hielo estaban en la ofensiva. Con tres segundo en el reloj, nos faltaban 53 yardas para llegar a la línea de anotación. El #13, Alexis Garduño, se posicionó para patear. El coach se veía inconsolable. Alguien me dijo que, antes de patear, Garduño le dijo "Coach, tranquilo. La voy a meter."
Garduño pateó.
Todos nos quedamos callados.
El reloj mostró cero segundos.
El balón cortó el aire.
El árbitro marcó el gol de campo.
La congeladora estalló. Grité hasta que mis cuerdas vocales decidieron retirarse. La tribuna vibró. Algunos se desmayaron de la emoción. Una señora dio a luz. La historia se hizo.
El marcador quedó 32-31.