La música de Malvado es la muestra de que el rock nacional sigue dando; y sigue dando duro.
Es la muestra de que cuando un bato con una guitarra y mucha creatividad se pone las pilas, puede generar un sonido consistente, duro, bien definido; chingón. Respetuoso de sus raíces pero visionario y ambicioso. Áspero en la garganta cuando nos aprendemos las canciones, pero suave en las papilas gustativas de cualquier canal auditivo. Malvado es una lección de conocimiento colectivo para cualquier analfabeta de nuestro rock; una enciclopedia sin dibujitos.
—Interpol
meets La Lupita— me dijo un amigo mientras escuchábamos “Bandido” en medio del
humo de varios cigarros y planes poco concisos para embriagarnos en la noche. —Tal
vez. No he escuchado a Interpol lo suficiente— le contesté con la firme
convicción de que no escuchábamos un proyecto solista. Malvado nos juega sucio.
Nos juega sucio con la compleja armonía teñida de negro que despiden sus
canciones, tanto vocal como líricamente. Nos juega sucio al sumergirnos en la
oscuridad del alma hecha música, sin estridencias. Nos juega sucio al hacernos
mover la cabeza, como asintiendo; sin extrañar los guitarrazos, ni los
platillazos, ni los alaridos desbocando caos de una típica canción de rock
urbano. Nos juega sucio porque, después de haber escuchado el proyecto y de que
nos surgieran las ganas de conocer a cada uno de sus integrantes, resulta que Malvado
sí es un proyecto solista y que el mago detrás del gran telón roto y deslavado
de aquella ilusión pluralista, se llama Pablo Ulibarri.
El
mismo Ulibarri que ya nos había entregado con los “interpretators” un proyecto
de tonalidades menos sombrías, instrumentos bien armonizados pero más
conservadores (guitarras eléctricas, bajos y baterías) y letras en ingles; viene ahora cantando
solito, y en español, con un proyecto más ambicioso. En su música encontramos
que respeta la base instrumental del rock headbangero que tanto nos encanta;
pero también lo escuchamos apostar por un sonido fresco al complementar su
proyecto con beats electrónicos, que forman un espléndido contraste cuando se
ponen palmo a palmo con su voz y su guitarra.
El futuro del rock mexicano está en buenas manos, está en
manos malvadas.
El
proyecto de este hombre me dejó con un buen sabor de boca, me aprendí sus
canciones mejor que el credo y ahora tengo muchas ganas de verlo tocar en vivo;
pues rascando por aquí y por allá me enteré de que cuando Pablo Ulibarri siendo
Malvado se sube a un escenario, lo hace acompañado por Julian Plascencia (Disco
Ruido), Victor López “Gerber” (Los Románticos de Zacatecas) y Amaury Sepúlveda
(Bengala). Un espectáculo que podría llenarle los oídos a cualquier megalómano
de la industria musical.
Me
atrevo a colocar a Malvado en el privilegiado, pero complejo sitio de las
bandas que con sus propuestas, sacan adelante la escena independiente de la
música nacional.