Haciendo uso de su poder como alumno del campus, José Toño "El Pepitoño" Mancera entregó su ECOA e inmediatamente sintió que estaba haciendo las cosas bien.
“Creo que algunos de mis profesores pudieron haber puesto más atención
a su forma de evaluar, así que les puse una calificación menor en las ECOAS y
unos comentarios al final que reflejaran mi sentir,” nos compartió el Alumno
quien definitivamente existe y quien no es realmente una idealización de cómo
debería funcionar el sistema de las ECOAS. “Yo opino que si algo está mal,
es mi responsabilidad hacérselo saber con las herramientas que me da el sistema
para expresar mi opinión.”
Así, Pepitoño surcó los mares de la Encuesta de Opinión de Alumnos
como un experimentado surfista en la última ola del verano, poniendo justas
calificaciones en la pregunta sobre si el profesor que le bajó calificación
por usar Wikipedia en su ensayo usaba o no las tecnologías de la información en
su clase.
“Uno de mis profes llegó tarde a todas sus clases este semestre, y eso
es poco profesional,” dijo mientras le ponía una baja calificación en la pregunta
sobre puntualidad. “Normalmente me toma media hora contestar la ECOA. Me la
tomo muy enserio.”
Quién no, Pepitoño?
Alumnos alrededor reportaron sentir vientos de cambio y satisfacción
desde que mandaron su ECOA. El gimnasio de pesas se amplió, los borregos
ganaron la final y los directivos dejaban sus puestos para ocupar puestos más
importantes, y no porque los hubieran agarrado robando dinero.
Al cierre de ésta edición, miles de alumnos ya habían completado sus
ECOAS por su propia voluntad, y no porque su director de carrera los estuviera
jode y jode de que expresaran su opinión acerca del sistema educativo al que, o
le pagan miles de pesos al semestre, o le pagarán la mitad de su sueldo una vez
que salgan.